sábado, 16 de abril de 2016

Entrada cuarenta: si el destino de uno es cambiar el mundo, es necesario primero cambiarse a sí mismo

Así pues, no fue por idealismo o porque me creía moralmente superior que decidí cambiar el mundo, motivos que invariablemente engendran el fracaso. Ni tampoco lo hice para incrementar riquezas y mi poder, dado que la riqueza que va más allá de la comodidad de uno mismo me ha parecido siempre la mas aburrida de las posesiones, y el poder que va más allá de su utilidad, la más despreciable. Lo que vino a buscarme aquella tarde en Apolonia hace casi sesenta años era el destino, y decidí no rehusar su abrazo.
No obstante, fue mas una especie de intuición que una certeza lo que me hizo comprender que si el destino de uno es cambiar el mundo, es necesario primero cambiarse a sí mismo. Para poder obedecer a su destino uno debe hallar o inventar en su interior una parte de su persona que sea resistente e indiferente a si mismo, a los demás e incluso al mundo que tiene por misión reconstruir, no conforme a su propio deseo sino con arreglo a una naturaleza que ira descubriendo a medida que lo hace.

El hijo de Cesar. Jonh Williams. Ediciones primero cambiarse a sí mismo

No hay comentarios:

Publicar un comentario