sábado, 29 de diciembre de 2018

Entrada cuarenta y cinco. ¿Quien podría explicar a su interlocutor, breve y comprensiblemente, que significa ser cristiano?

¿Quién podría explicar a su interlocutor, breve y comprensiblemente, que significa ser cristiano? ¿Quién puede explicar de forma asequible porque cree y cual es el meollo y la orientación de su decisión de creer?....

......Tratemos de reflexionar sobre qué es lo básico en el cristianismo y sintentizarlo en muy pocas afirmaciones. Puede que los resultados sean insuficientes, pero tendrán la ventaja de mover a otros a que pregunten y colaborar así a que la tarea llegue a feliz término.

1. El individuo y el todo.

...la fe cristiana no parte del individuo aislado, sino de la convicción de que no existe el individuo puro...El hombre vive de los demás real y pluralmente....El hombre es, pues, un ser que sólo puede existir si procede de otro...Se rechaza pues el principio conceptual de Descartes, según el cual la filosofía se funda en la conciencia propia (cogito, ergo sum; pienso luego existo), un principio que ha marcado decisivamente la suerte del espíritu moderno incluso en la filosofía transcendental actual. Pero igual que el amor propio no es la forma primigenia del amor, sino a lo sumo una forma derivada de él; igual que es imposible llegar a lo peculiar del amor si no se concibe al hombre como relación, tampoco el conocer humano puede ser sólo realidad en cuanto ser conocido, en cuanto ser-llevado-al-conocimiento por otro....Por eso Baader cambió conscientemente y con razón, el cartesiano cogito, ergo sum - pienso luego existo-, en cogitor ergo sum - soy pensado luego existo.

Ser hombre es ser-con....El cristianismo y la Iglesia tratan de un hombre que es ser-con, que es un conjunto de interdependencias colectivas que fluyen del principio de la corporeidad....Todos vivimos en medio de unos lazos que forman parte de nuestra existencia. El juicio universal es la respuesta a estas interdependencias colectivas. La resurrección significa que la inmortalidad del hombre consiste exclusivamente en la compañía de los hombres, en el hombre como ser acompañado, sólo así puede concebirse.

Por eso podemos decir ahora para aclarar, que el ser cristiano, en su acepción principal, no es un carisma individual, sino social. No somos cristianos porque solo los cristianos se salvan, sino porque la diaconía cristiana tiene sentido y es necesaria para la historia....Se es cristiano para participar en la diaconía de la totalidad. Esto significa que, precisamente por esta relación, el cristianismo vive del individuo y va hacía él, porque la transformación de la historia y la erradicación de la dictadura del ambiente sólo puede realizarse desde el individuo.

2.- El principio "para".

La fe cristiana promueve al individuo, pero no para sí mismo, sino para el todo. Por eso, la palabra "para" es la ley fundamental de la existencia cristiana.

Ser cristiano significa esencialmente pasar de ser para sí mismo a ser para los demás.

Por eso, la decisión básica cristiana - ser cristiano - supone dejar de girar en torno a uno mismo, alrededor del propio yo, y unirse a la existencia de Jesucristo, consagrado al todo. Seguir la cruz no tiene nada que ver con una devoción privada. Seguir la cruz supone, más bien, que el hombre deja atrás la reclusión y la tranquilidad de su yo, crucificar el propio yo para salir de sí mismo, para seguir las huellas del Crucificado y existir para los otros.

En verdad en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, permanece solo; pero si muere, da mucho fruto (Jn, 12,24).

3.- La ley de lo incógnito.

Dios se oculta en lo más pequeño. Lo más pequeño del cosmos y del mundo es el signo auténtico de Dios en el que se revela como totalmente otro, el signo que no podemos reconocer a pesar de nuestras expectativas. La nada cósmica es el verdadero todo, porque el para es lo propiamente divino...

4.- La ley de la sobreabundancia.

Cuando uno se mira sólo por encima, todo parece fácil, tiene uno la impresión de que todo está en regla. Al fin y al cabo, no he matado, no he cometido adulterio y no he jurado en falso. Pero cuando Jesús profundiza y lleva hasta el final estas exigencias, vemos que el hombre sí ha hecho todas esas cosas cuando es rencoroso, cuando odia, cuando tiene envidia, cuando codicia, cuando no perdona. Vemos que el hombre parece justo pero en el fondo participa de todas esas cosas. Cuando leemos seriamente el Sermon de la Montaña (Mt 5, 21-48), vemos lo que  le pasa a todo el que deja la apología de un partido y se sitúa en la realidad. Entonces esa bella distinción blanco-negro con que se suele dividir a los hombres, se convierte en el gris de un crepúsculo generalizado.

Si todo esto lo aplicamos al hombre, veremos cómo no puede franquear el umbral del reino de los cielos, la región de la justicia verdadera y perfecta. En este caso, ese reino sería una utopía sin contenido alguno....¿Hemos pues, de concluir, que tiene Camus mucha razón cuando propone a Sísifo como símbolo de la humanidad, a ese Sísifo que se empeña en rodar la piedra hasta la cumbre de una montaña y que una y otra vez se le escapa hacia abajo? La Biblia ha planteado tan crudamente como Camus la cuestión del poder humano, pero no se ha quedado en su escepticismo....

No comprenderá absolutamente nada el que dedujese que todo lo que hemos dicho supone un desprecio del hombre y dijese: las cosas son como son y no tiene sentido que el hombre trate de ser justo y perfecto ante Dios. Nuestro no ha de ser rotundo...Pero ¿no es contradictorio? ¿Qué significa todo esto?. Pues en pocas palabras significa que quien todavía no es cristiano hace sus cálculos para ver qué debe hacer para hacer lo suficiente y con sus artimañas casuísticas quedarse tranquilo. El que calcula dónde acaba el deber....ese no es cristiano sino fariseo...

Porque ser cristiano no es aceptar un determinado conjunto de deberes ni tampoco superar el umbral de seguridad de la obligación para ser extraordinariamente perfectos.

Ser cristiano es más bien saber que se vive sólo y siempre del don que se ha recibido y que, por eso, sólo se es justo cuando se da, como el mendigo que, agradecido por lo que le han dado, lo reparte con generosidad.

El hombre sólo es justo cuando se olvida de sus pretensiones, cuando es generoso con Dios y con los demás. Esta es la justicia del perdona, así como nosotros perdonamos, que es la expresión orante más precisa de la justicia humana desde el punto de vista cristiano. Una justicia que consiste en perdonar, porque el hombre vive esencialmente del perdón.

La sobreabundancia es el signo peculiar de Dios en la creación, porque, como decían los Padres, Dios da sin medida.....A quien es calculador le parece absurdo que Dios sea generoso con el hombre. Unicamente quien ama es capaz de entender lo absurdo del amor. La ley del amor es la entrega. Solo cuando es excesivo es suficiente.

5.- Lo definitivo y la esperanza.

La fe cristiana afirma que en Cristo se ha realizado la salvación del hombre, que en él comienza indiscutiblemente el verdadero futuro del hombre, que a pesar de ser futuro es también pretérito, parte de nuestro presente.

Lo que caracteriza la actitud cristiana global ante la realidad es la confianza de que lo definitivo ya existe y que por eso permanece abierto el futuro del hombre.

6.- El primado de la recepción y la positividad cristiana.

El hombre se salvará por la cruz; el Crucificado, el plenamente abierto, es la verdadera redención del hombre.

La fe cristiana afirma, que el hombre vuelve profundamente a sí mismo no por lo que hace, sino por lo que recibe. Tiene que esperar el don del amor y el amor sólo pude recibirlo como don; no podemos hacerlo nosotros solos sin los demás, tenemos que esperarlo, dejar que se nos dé.

El hombre solo deviene plenamente hombre cuando es amado, cuando se deja amar. Por consiguiente, nuestra relación con Dios no se funda al final en nuestros plantes, en el conocimiento especulativo, sino en la positividad de lo que está ante nosotros, de lo que se nos da como positivo, como algo que hemos de aceptar.

Louis Evely ha expresado muy bien estas ideas:

"Toda la historia de la humanidad ha quedado extraviada, rota, porque Adán se hizo una falsa idea de Dios. Quería ser como Dios. Supongo que a ninguno de vosotros se le habrá pasado por la cabeza que el pecado de Adán fuera este. ¿Qué otra ambición podría proponerse? ¿no sería esta justamente a la que Dios le habría invitado? Sólo que Adán se equivoco de modelo. Creyó que Dios era un ser independiente, autónomo, suficiente y, para ser como él, se rebeló y desobedeció.
Pero cuando Dios se ha revelado, cuando Dios ha querido mostrarse tal y como es, se ha revelado como amor, como ternura, como efusión de sí, como infinita complacencia en el otro, como unión indisoluble, como dependencia. Dios se reveló obediente, obediente hasta la muerte.
Creyendo ser como Dios, Adán se diferenció totalmente de él. Se atrincheró en su soledad y, sin embargo, Dios no era más que comunión."

7.- Síntesis: la esencia del cristianismo.

Resumiendo, podríamos decir que los seis principios que hemos esbozado anteriormente son como los pilares de la existencia cristiana y, a la vez, las formulaciones de la esencia de lo cristiano, de la "esencia del cristianismo". ¿No hay tras ellas un centro único y sencillo de lo cristiano? Pues sí, lo hay, claro que lo hay. Además podemos decir ahora, sin caer en el sentimentalismo, que esos seis principios se resumen en el principio del amor. Vamos a decirlo con palabras toscas e incomprensibles:

Cristiano no es el adepto a un partido confesional; Cristiano es el que siendo cristiano se hace realmente hombre. No es cristiano el que acepta vilmente un conjunto de normas que interpreta servil y únicamente en función de sí mismo, sino el que se ha liberado para ir en pos de la bondad sencilla y humana.

En el principio del amor está también incluido el principio de la esperanza que, superando el instante y su aislamiento, corre en busca del todo.

Introducción al cristianismo. Joseph Ratzinger. Páginas 203 a 225. Decimosexta edición. 2016. Ediciones Sígueme.

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